La moda se arrodilla ante la industria del porno
Colby Keller es un antropólogo y estrella del porno gay que el año pasado decidió vincular en una misma misión las dos disciplinas que mejor domina: la ciencia que estudia los rasgos que caracterizan a una comunidad humana y el arte de penetrar. Vendió todas sus pertenencias y se propuso culminar un ambicioso proyecto cinematográfico: rodaría una escena porno en cada uno de los cincuenta estados que conforman su país con actores amateurs locales que elegiría a través de las redes sociales. Dicho y hecho. Un año después, Keller acaba de terminar la película 'Colby does America'. Y, por si fuera poco, acabamos de saber que el actor será imagen de la nueva campaña para primavera/verano de la línea femenina de Vivenne Westwood.
Sin duda, este es su año. Pero, ¿qué ha ocurrido para que la moda y el porno hayan terminado sobre el mismo colchón? La relación viene de lejos. El sexo como pretexto para vender es una estrategia tan obvia que en los años 90 muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando Tom Ford decidió crear el pornchic para Gucci. Se escandalizaron por la eficacia que estaba demostrando tener una herramienta que Ford no inventó. ¿Cómo algo tan elemental, tan evidente como el sexo pudo tener semejante éxito? Gucci ilustró su publicidad con un pubis rasurado y modelos que posaban en actitud no sugerente, sino claramente pornográfica. Su provocativa sexualidad consiguió superar el erotismo digerible que ya triunfaba en Dolce & Gabbana, Roberto Cavalli o Versace. Dos décadas después, la moda vuelve a someterse al imperio de la fantasía sexual. Lo hace en un aspecto formal, como bien se puede concluir tras la decisión de J.W. Anderson de emitir su último desfile a través de la aplicación Grindr.
Pero no es el único que ha sucumbido a la idea de que el sexo vende. Hace dos semanas nos enterábamos de que Nicola Formichetti, director artístico de la marca italiana Diesel, anunciará que la nueva campaña de ropa interior se lanzaría en las plataformas Tinder, Grindr, Pornhub y YouPorn.
Sin duda, este es su año. Pero, ¿qué ha ocurrido para que la moda y el porno hayan terminado sobre el mismo colchón? La relación viene de lejos. El sexo como pretexto para vender es una estrategia tan obvia que en los años 90 muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando Tom Ford decidió crear el pornchic para Gucci. Se escandalizaron por la eficacia que estaba demostrando tener una herramienta que Ford no inventó. ¿Cómo algo tan elemental, tan evidente como el sexo pudo tener semejante éxito? Gucci ilustró su publicidad con un pubis rasurado y modelos que posaban en actitud no sugerente, sino claramente pornográfica. Su provocativa sexualidad consiguió superar el erotismo digerible que ya triunfaba en Dolce & Gabbana, Roberto Cavalli o Versace. Dos décadas después, la moda vuelve a someterse al imperio de la fantasía sexual. Lo hace en un aspecto formal, como bien se puede concluir tras la decisión de J.W. Anderson de emitir su último desfile a través de la aplicación Grindr.
Pero no es el único que ha sucumbido a la idea de que el sexo vende. Hace dos semanas nos enterábamos de que Nicola Formichetti, director artístico de la marca italiana Diesel, anunciará que la nueva campaña de ropa interior se lanzaría en las plataformas Tinder, Grindr, Pornhub y YouPorn.
Como Formichetti, Westwood también anda desatada. La decisión de fichar a Keller llega dos semanas después de la colección que presentó en London Collections: Men, donde algunos de sus modelos lucieron colgantes con forma de pene. Esta inopinada celebridad del sexo choca con la idea que manejaban algunos expertos de que los años dorados de las sesiones calientes de Terry Richardson o David LaChapelle eran hoy parte del pasado. Pero nada más lejos de la realidad. La última portada de la revista española Candy, con Miley Cyrus completamente desnuda en primera plana, confirma justo lo contrario. Sin olvidar a los modelos de Rick Owens, que el año pasado desfilaron para su colección de otoño/invierno con el pene al aire.
El sexo triunfa en su versión más extrema. Pero como bien explica Nicola Formichetti al diario británico The Guardian este despertar sexual tiene una motivación puramente económica. Sobre su decisión de anunciar Diesel en plataformas de porno online, asegura que "anunciarse en los sitios con mayor tráfico de internet es una necesidad". Y eso es justo lo que ha decidido hacer. "Simplemente seguimos a la gente y acudimos allá donde están", explica. El sexo vende, sí. Algo tan viejo, algo tan eficaz.
El sexo triunfa en su versión más extrema. Pero como bien explica Nicola Formichetti al diario británico The Guardian este despertar sexual tiene una motivación puramente económica. Sobre su decisión de anunciar Diesel en plataformas de porno online, asegura que "anunciarse en los sitios con mayor tráfico de internet es una necesidad". Y eso es justo lo que ha decidido hacer. "Simplemente seguimos a la gente y acudimos allá donde están", explica. El sexo vende, sí. Algo tan viejo, algo tan eficaz.
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